Ángel era Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid y cursó un Máster en Derecho Marítimo en la London Politecnics. En su etapa inicial se incorporó a Comismar, donde dirigió la Asesoría Jurídica. Posteriormente, fundó el despacho Galván Abogados y ocupó durante los últimos años la Presidencia de la Asociación Española de Liquidadores de Averías (AELA) cargo que, durante algún tiempo, también compatibilizó con la Presidencia de la Asociación Internacional de Liquidadores de Averías (Association Mondiale de Dispacheurs) entre 2009 a 2011. Era también asociado de la Asociación Española de Derecho Marítimo.
Conocimos a Ángel desde los comienzos de nuestra vida profesional, así que han sido múltiples las ocasiones en las que hemos compartido tiempo con él con ocasión de coincidir en asuntos marítimos. Además de su experiencia y profesionalidad, siempre fue particularmente destacable el hecho de que hacía gala de una especial pasión y buen humor, que resultaban contagiosos. Era un placer tener a Ángel como rival porque, sin demérito alguno del deber profesional, hacía el trabajo mucho más sencillo y buscaba siempre soluciones ágiles y prácticas que fuesen satisfactorias para los clientes.
En los últimos años hemos coincido en varios asuntos y, recordamos con especial cariño que hace relativamente poco tiempo, tras conseguir una transacción judicial en un asunto de particular complejidad, tuvo la ocurrencia de que nos hiciésemos una foto juntos en los Juzgados con nuestras togas, a modo de celebración. Ángel enmarcó y nos envió esa foto y, desde entonces, ocupa un lugar en nuestro despachos, como también lo hacía en el suyo. Es nuestra única foto en los tribunales en “acto de servicio”, y ahora un gran recuerdo de nuestro amigo.
Ángel nos propuso hace dos años asumir el cargo de vicepresidentes de AELA, lo que aceptamos muy agradecidos pensando en la oportunidad que ello nos daba de trabajar conjuntamente con él y aprender de su pasión y su entrega. Consiguió en los últimos años que AELA tuviese representación en la Association of Average Adjusters, objetivo del que se encontraba particularmente orgulloso y que, en su honor y recuerdo, será importante conservar.
Siempre recordaremos su ilusión y desinteresada dedicación para juntarnos a todos en la jornada de AELA que, cada año, precedía a la Semana Santa, y en la que mostraba que era un referente en avería gruesa. Como a él le gustaba recordar con cariño, un compañero le dijo una vez que, por sus iniciales, ya parecía predestinado a ello desde su infancia.
Pero, sobre todo, nos quedamos con el gran recuerdo de un compañero que era amigo, de su particular sentido del humor que siempre le acompañaba y, por encima de todo ello, de su enorme calidad humana.
Javier Portales/ Julio López-Quiroga